jueves, 10 de mayo de 2012

Bacon como alto ejecutivo Rosacruz

Debido a que los confesionales de Lutero no eran satisfactorios, se sintió obligado a inventar otra forma de escapar del ciclo del karma impuesto por la recompensa o el castigo de Dios monoteísta. De esta manera, Lutero desarrolló la idea de que Dios habría permitido el dolor y el sufrimiento de Jesús en la cruz para que fuera el boomerang del mundo.

En otras palabras, por creer en Jesús tú no sufrirás espiritualmente por las cosas malas que hayas hecho en el pasado, porque Jesús ya ha sufrido por ti. Esta es una visión maravillosamente mágica, casi una filosofía de la responsabilidad, ni siquiera justa con Jesús que debía esperar sufrir lo peor por los errores de todos los demás. Todavía peor, la solución de Lutero no funciona. Mucha gente se siente y actúa mejor después de proclamar a Cristo, por que ellos tienen conocimiento de su existencia personal en un camino que ellos no habían hecho antes y frecuentemente inician una conducta más ética como resultado de esto, aunque su acto de creer no ha causado en ellos una superación de las barreras que están en el camino de la completa recuperación espiritual.

Los protestantes continuaron con la práctica de la confesión, aunque esta no fue más considerada vital para lograr la salvación. El conocimiento práctico del espíritu era también grandemente ignorado. El método de Lutero equivalía a una “rápida salvación” mediante un simple acto de fe. Lutero enseñaba que la salvación estaba garantizada por Dios en la medida que una persona continuara creyendo en Jesús como el Salvador.

Las ideas de Lutero eran claramente místicas. No es sorprendente cuando consideramos que Lutero había sido grandemente influenciado por alguna de las religiones místicas que eran muy populares en su país. El primer mentor de Lutero en la orden, Johann von Staupitz, predicaba una teología que contenía muchos elementos de los escritos místicos de prominentes alemanes como Heinrich Suso y Johann Tauler. Este Tauler era uno de los más ampliamente leído de los místicos en el siglo XIV y estaba asociado al movimiento de los Amigos de Dios. Lutero se convirtió en un ávido lector de los trabajos de Tauler. La evidencia de una conexión mayor de Lutero a la red de la Hermandad se encuentra en el sello personal de Lutero. El sello de Lutero consistía de sus iniciales en uno de los dos lados de los símbolos de la Hermandad: la rosa y la cruz. La rosa y la cruz son los símbolos principales de la Orden Rosacruz. La palabra Rosacruz misma viene de las palabras latinas “rose” (rosa) y “crusis” (cruz).

Durante su vida y después de ella, Lutero contó entre sus seguidores e importantes individuos y familias que eran miembros activos en los Iluminatis y en los Rosacruces. Uno de ellos fue Felipe el Magnífico, cabeza del poder real de la casa de Hesse, cuyos descendientes sostuvieron importantes posiciones de liderazgo más tarde en las organizaciones de la Hermandad, especialmente en la francmasonería alemana, como veremos posteriormente. Felipe el Magnífico, como uno de los primeros líderes de la Reforma, fundó la Universidad Protestante de Marburg y organizó una alianza política contra el emperador católico alemán Carlos V. Después de la muerte de Lutero, su religión fue apoyada por Sir Francis Bacon (1561 – 1626) quien fue por un tiempo el Lord Canciller de Inglaterra. Bacon fue también el más alto ejecutivo de la Orden Rosacruz en la Gran Bretaña.
Una de las más grandes contribuciones de Bacon para la Reforma salió de sus esfuerzos como el coordinador de un proyecto para crear una Biblia Protestante Inglesa autorizada por el rey James I. Esta Biblia, conocida como la “Versión del rey San James” fue lanzada en el año 1611 y se convirtió en la Biblia más extensamente usada en el mundo protestante de habla inglesa.

Lutero y sus partidarios crearon el cisma simple más grande de la historia cristiana. Le fue arrebatado un enorme poder a la iglesia católica romana. Las sectas protestantes cuentan hoy con un tercio aproximadamente de todo el mundo cristiano, y cerca de la mitad de todos los cristianos de Norte América. La iglesia católica no permitió que esto sucediera sin luchar.

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