sábado, 30 de marzo de 2013

Fidel organiza expedicion armada

La propuesta de Fidel fue rechazada por Betancourt alegando que él tenía en La Habana su propio guardaespaldas venezolano. Cuando Betancourt llegó a la presidencia en 1959, CAP incluyo a Ortiz Fáez en la guardia personal de Rómulo. Poco después, Betancourt ordeno su remplazo y el guardia pasó a la Digepol. Luego hizo negocios con el gobierno, instalo una clínica veterinaria y aún vive en Caracas aunque sufre de Alzheimer.
Carlos Andrés Pérez si acepto el ofrecimiento de Fidel en La Habana y, a partir de ese momento, Orlando García se convirtió en la sombra de CAP hasta su muerte. García llegó a ser jefe de seguridad de CAP durante sus dos periodos presidenciales y fue alto jefe  de la Digepol (la policía política venezolana). Por esta vía Fidel estaba informado sobre los acontecimientos políticos en Venezuela. García estuvo al lado de CAP durante seis años en Costa Rica y luego acompañó a Pérez hacia Venezuela.
Seguramente Betancourt, Gallegos y CAP hablaron en La Habana sobre este extraño joven cubano. A Betancourt le causaba rechazo, A Gallegos le infundía temor y a CAP le encantaba. En 1952, el derrocamiento de Prío Socarras a manos de Batista obligo a los venezolanos a huir y Fidel perdió contacto con Betancourt. Con el triunfo de Batista en Cuba la derecha militar, apoyada por los norteamericanos, había tomado la América hispana.
El golpe dado por Batista en marzo de 1952 truncó la carrera política convencional de Fidel lanzándolo a la vorágine de la revolución. Ahora podía dedicar su energía a los preparativos para la tarea a la que estaba “predestinado”. De ahora en adelante se dedicaría en cuerpo y alma a afinar el plan que lo llevaría al poder y la gloria.
Ahora en la clandestinidad, Fidel tenía tiempo para fantasear y acariciar sus sueños. Como hombre violento acostumbrado a las armas, el uso de la fuerza le parecía inevitable y necesario. Comandar una base guerrillera en la Sierra Maestra le brindaría la oportunidad de cubrirse de gloria.
El 26 de julio de 1953, Fidel a la cabeza de un grupo de 125 individuos mal armados y peor entrenados intentó capturar el cuartel Moncada. El objetivo consistía en apoderarse del arsenal almacenado en el lugar, que incluía más de 3 mil fusiles y un número indeterminado de morteros, ametralladoras y granadas de mano. El asalto fue mal concebido y peor ejecutado. Uno de los mayores errores fue permitir que Fidel condujera uno de los vehículos utilizados en ese ataque. Pese a su chambonada, tuvo suerte al salir con vida, pero gracias a su acción suicida su popularidad se había extendido a toda la isla. Había sido derrotado, pero su gesto de rebeldía lo había hecho una figura nacional.
Fidel cae prisionero y es condenado en un juicio en el cual ejerció su propia defensa. Este alegato racionalizó  en términos grandilocuentes sus razones para escoger la lucha armada. En cierto modo ese documento titulado “La historia me absolverá” es el equivalente del Mein Kampf, de Hitler. En él, Fidel describe las condiciones objetivas que lo llevaron a tomar las armas. La pobreza, corrupción, desigualdad y dictadura en Cuba fueron las causas que lo aguijonearon.
Este juicio fue la plataforma que finalmente le permitió hacerse famoso en Cuba. Su frase “La historia me absolverá”, reminiscencia de una frase pronunciada por Hitler, quedó grabada en la mente de los cubanos. Supo capitalizar su notoriedad fundando un movimiento clandestino de carácter nacional al que llamó Movimiento 26 de julio (M26)
Como consecuencia del juicio hecho a Fidel, le fue aplicada una pena de 15 años de prisión. Tras veintidós meses de presidio fue amnistiado en mayo de 1955.
Treinta años después el ubicuo Grobart aparecía de nuevo involucrado con el Movimiento 26 de julio en Cuba y con el Partido Comunista de Venezuela.  Su permanencia en la cúpula comunista regional se debió a su habilidad y a que el objetivo de la URSS seguía siendo el mismo: tomar Cuba y Venezuela a mediano o largo plazo.
El líder soviético Khrushchev, al no poder expandir el comunismo en Europa Occidental contrarestado por la aplicación del “Plan Marshall” desplazó la política expansionista hacia los países subdesarrollados incluyendo Latinoamérica. La idea básica seguía igual: derrocar a los Gobiernos burgueses del tercer mundo e imponer en ellos Gobiernos comunistas.
Dentro de ese escenario convulso aparece en Hispanoamérica una nueva generación de líderes decididos a derrocar a los dictadores de derecha e imponer una revolución de izquierda por medio de la violencia armada. Entre ellos figuran Fidel Castro en Cuba, Douglas Bravo y Fabricio Ojeda en Venezuela.
A fines de abril de 1955, Fidel junto con los demás indiciados en el asalto al Cuartel Moncada fue amnistiado por el gobierno de Batista. Cuando abandonó la cárcel era un hombre diferente al joven abogado recién graduado que había asaltado el cuartel. Estaba convencido de que para lograr sus metas debía organizar una herramienta política que obedeciera ciegamente sus instrucciones y una operación de guerrillas contra Batista. La respuesta fue el M26.
Dándose cuenta ya fuera de la cárcel que en Cuba no podía desarrollar sus planes en secreto  por la extrema vigilancia del gobierno de Batista, consideró necesario marchar a México para organizar su invasión. Antes de viajar, Grobart le recomendó que reclutará a Luis Buch que sería de gran ayuda para el M26. El hecho de que había sido lugarteniente de su ídolo Guiteras le interesó. Esta recomendación motivo a Fidel a conocerlo antes de partir hacia México. Al hacerlo quedó muy bien impresionado. Cuando Castro abordó el avión, Buch se había convertido en uno de los principales operadores de Fidel en Cuba, siendo a la vez el infiltrado soviético fundamental en el movimiento M26.
Fidel, para no depender originalmente de la URSS tuvo que asegurar los recursos necesarios con sus principales patrocinadores: el expresidente Prío Socarrás, el excanciller Sánchez Arango, mas los donantes captados por Luis Buch y mediante colectas públicas, Fidel pudo abocarse a la organización y entrenamiento de su pequeña fuerza. El núcleo inicial de sus tropas se formó alrededor de su hermano Raúl, que había llegado un mes antes a México y Ñico López, quien había reclutado al “che” Guevara en Guatemala en 1954.
El “che” Guevara, luego de graduarse de médico en Argentina en 1953, había salido en un segundo peregrinaje en moto por Sudamérica. En su vagabundeo sobre dos ruedas trató de conseguir visa para Venezuela, pero le fue negada. Este desaire no le importó mucho porque ya había estado en ese país en su primer viaje. En esta oportunidad su curiosidad había sido picada por Guatemala, donde se estaba realizando un experimento revolucionario que lo atraía.
El “che” para entonces ya estaba contagiado por el marxismo, decide acompañar a unos amigos comunistas en Guatemala, pero en el viaje hace escala en Costa Rica, y el “che” decide solicitar una entrevista con Betancourt quien para ese entonces estaba asilado en ese país. En su diario describe a Betancourt como un político con algunas ideas sociales, pero que está fuertemente con los Estados Unidos. En Guatemala conoce un grupo de exiliados cubanos veteranos del Cuartel Moncada, uno de ellos, llamado Ñico López, que es quien le pone el apodo del “che” y es quien le habla de Fidel.
Para Fidel la aparición del “che” fue una bendición, porque necesitaba un medico para la expedición. El argentino además se convirtió en el ideólogo de la invasión.  

sábado, 16 de marzo de 2013

...Continuando con las correrias de Fidel

Cuando Fidel y su compañero Del Pino aterrizaron en Venezuela, Betancourt había entregado la presidencia a Gallegos. Esto no preocupo a Fidel, porque Bosch le había dicho que Betancourt participaría en las elecciones del 52 y era seguro que las ganaría. Para Fidel estos plazos eran perfectos. Le daría tiempo de graduarse en 1950 y de dar sus primeros pasos como político antes de iniciar la ejecución de su gran plan. Tal vez cuando Betancourt llegara de nuevo al poder, Fidel también sería el presidente de Cuba.
La reunión con Betancourt se hizo en la casa de este. Allí Fidel conoció a su secretario personal, Carlos Andrés Pérez (CAP). Inicialmente CAP señalo que era difícil que el expresidente recibiera a los jóvenes cubanos, pero cuando Fidel sacó las cartas de presentación, CAP se las llevó a Rómulo. Cuando les ordenaron pasar a la oficina, Fidel indicó que entraría solo y dejo a Del Pino en la antesala. La entrevista fue breve. Al salir, Fidel le dijo a su acompañante: “Nos va a ayudar más adelante”. Acto seguido salieron al aeropuerto de Maiquetía rumbo a Bogotá.
Fidel acudió a este encuentro con una estrategia clara. El monumental odio entre Betancourt y Trujillo era una buena carta para acercarse al expresidente venezolano. Fidel le explico a Betancourt cuales –según él- fueron las causas del fracaso de la invasión anterior (de Cayo Confites) destacando su participación en el evento, su entrenamiento militar y su propósito para Hispanoamérica. Además le confesó cual era su misión en Bogotá.
Al quedar solo, Betancourt frunció el ceño y quedo pensativo. El arrogante cubano no le daba buena espina. Le parecía peligroso. Habría que tener cuidado con ese locuaz joven en el futuro.
Hay mucha información sobre las correrías de Fidel en el fragor del Bogotazo. Según el mismo Fidel, a Jorge Eliécer Gaitán lo mataron cuando él se disponía a saludarlo, estando a pocos metros del líder colombiano. Probablemente Gaitán fue asesinado por un sicario colombiano para encender la mecha de lo que ocurrió ese día.
En las horas siguientes a la muerte de Gaitán, Fidel participo activamente armado de un fusil, en las turbas que recorrieron las calles durante el Bogotazo. Gaitán mantenía una gran afinidad con Betancourt, el expresidente venezolano que representaba a Venezuela en la creación de la OEA. Los estudiantes de varios países que viajaron a la capital colombiana, no fueron la causa del grave incidente, pero sirvieron como catalizadores. Algunos de ellos, como Fidel, se unieron con entusiasmo a los disturbios y contribuyeron al caos. El hecho de que Fidel anduviera libremente por la calle, en medio de la poblada arengando a la gente con un fusil en sus manos, indica que había alguna organización en medio de los disturbios. Al final del día, Fidel y otros estudiantes extranjeros fueron detenidos por la policía colombiana acusados de incitadores comunistas.
Fidel no era el mismo al regresar a La Habana. Había sentido en carne propia y visto con sus propios ojos lo que ocurre cuando se liberan las pasiones populares. Algún día haría lo mismo en Hispanoamérica, para lo cual solamente haría falta desatar las pasiones reprimidas en la región contra los americanos feos y conseguir apoyo financiero para las operaciones que fueran necesarias. Esta vez el objetivo sería apoderarse de las antiguas colonias españolas y establecer su propio imperio.
Al retornar a la universidad, Fidel se dedicó de nuevo a la lucha entre bandas y finalizar sus estudios universitarios. Su intención era dedicarse a la política al graduarse de abogado. Sus pocos seguidores le hicieron sentir que era un predestinado con cualidades de líder, que se potenciaba por su oratoria y carisma. Sus entrevistas con líderes veteranos, como Bosch y Betancourt le habían causado impacto. Sus observaciones en Cayo Confites y el Bogotazo le hicieron ver el mundo de otra manera. Dentro del claustro universitario era conocido como un agitador y pandillero de segundo nivel. El título universitario era un medio para hacer política y apoderarse del gobierno y desde allí proseguir con su proyecto continental. Por ello tenía un plan en la mente y una pistola al cinto. La violencia seria su instrumento para acelerar ese parto.
Al terminar la segunda guerra mundial, los soviéticos comenzaron a buscar formas de controlar a Venezuela y Cuba. En su contra tenían el rechazo de la población de esos países al comunismo. Desde 1947, cuando los exiliados dominicanos de la invasión de Cayo Confites se alojaron en el hotel San Luis, Fidel se convirtió en asiduo visitante. En esa época el foco de su interés había sido Juan Bosch, el jefe de esa operación. La guerra fría y los intereses que giraban alrededor del petróleo dieron al traste con el gobierno de Gallegos, este fue derrocado por un golpe de estado liderado por Pérez Jiménez, esto origina el exilio de la alta dirigencia de Acción Democrática incluyendo a los expresidentes Betancourt y Gallegos –se exilian en Cuba- la llegada de los altos jefes políticos venezolanos brindó una gran oportunidad a Fidel Castro.
Cuba y Venezuela estaban condenadas a convertirse en el campo de batalla de la guerra fría. Para fines de los años 50, esos pequeños países eran grandes exportadores de petróleo y azúcar y estaban colocados entre los países más ricos de Hispanoamérica. Estos dos países parecían, superficialmente desde afuera, una versión latina del país de las maravillas. Por dentro eran volcanes a punto de erupción que miraban con hostilidad a los gringos. Esta realidad convirtió a esos países en un campo fecundo para el desarrollo de las ideas comunistas. A partir de la llegada de los venezolanos, las visitas de Fidel al hotel San Luis se incrementaron. Su objetivo era establecer una relación con Rómulo Betancourt, la presencia de los venezolanos en La Habana le cayó de perlas a Fidel. La realización de su gran proyecto requería el financiamiento de Venezuela.
El flamante título universitario le fue útil a Fidel para relacionarse con los venezolanos, no pensaba trabajar como abogado. Quería dedicarse a la política para hacer una revolución poniendo en práctica las ideas de sus dos iconos: José Martí y Antonio Guiteras. Estos dos personajes eran su paradigma. La necesidad de establecer empatía con los venezolanos lo hizo incluir A Bolívar en su lista de héroes. La visión de la “patria grande” de Bolívar calzaba perfectamente con sus planes.
Los tres iconos de Fidel tenían relación con su proyecto. Bolívar, el Libertador fue un estratega carismático de estatura mundial. Martí, el Apóstol fue el gran prócer cubano. Guiteras fue un revolucionario a carta cabal asesinado muy joven antes de dar frutos.
Entre los objetivos de Guiteras estuvo el asalto al Cuartel Moncada para robar armas. Al fallar en este intento decidió irse a México para organizar una invasión y establecer una guerrilla en la Sierra Maestra. Estas ideas las trato de poner en práctica 20 años antes que Fidel. La muerte impidió a Guiteras desarrollar sus planes, pero su admirador Fidel y su mentor Fabio Grobart se encargaron de ponerlos en práctica años mas tarde.
Estando Betancourt y CAP asilados en Cuba, y luego que Fidel se familiarizo con ellos, los infiltro y les ofreció sus buenos oficios para lograr que el gobierno de Prío les designara dos guardaespaldas. Según Fidel, la idea era protegerlos de posibles ataques provenientes de Venezuela. La intención oculta era sembrarles dos informantes para estar atento a sus movimientos.