Durante toda la historia, pequeños grupos de élites política y económica pertenecientes a la red mística de la Hermandad, se han beneficiado de los conflictos generados por la red. Si los antiguos mesopotámicos, los americanos y los escritores bíblicos están en lo correcto, entonces aquellas élites humanas son realmente únicas en el tope de una jerarquía de prisioneros. Podemos etiquetar aquellas élites como los Reyes de las Ratas en la Tierra.
El término “Rey de las Ratas” proviene de una novela de James Clavell, la cual fue
posteriormente llevada al cine en Hollywood por la estrella George Segal.
La historia del Rey de las Ratas tiene que ver con un grupo de soldados norteamericanos y británicos que eran mantenidos cautivos en un campo japonés de prisioneros de guerra durante la II Guerra Mundial. Mediante una inteligente negociación y organización, uno de los prisioneros norteamericanos, el sargento King, administra un negocio que le permite amasar una riqueza en bienes materiales que son desesperadamente ansiados por los otros prisioneros de guerra.
Como resultado de esto, el sargento se colocó en el tope de la jerarquía de los prisioneros y con frecuencia compra lealtades con un cigarrillo o un huevo fresco. Los otros prisioneros lo llaman simplemente el Rey, por el sólo hecho de estar en una prisión. Cuando se embarca en una aventura de criar ratas para venderlas como alimento, adquiere el título de Rey de las Ratas, el cual parece encajar muy bien en él. El Rey de las Ratas gozaba de ciertos lujos envidiados por los demás prisioneros, aunque el hecho real era que continuaba siendo un prisionero también. El Rey de las Ratas solo puede permanecer en la cima de la jerarquía únicamente mientras permanezcan todos en prisión. Al final de la película, cuando la guerra termina y el campo es cerrado, ya no tiene más el ambiente de la prisión que lo ayude a mantenerse en la cumbre. En libertad, se encuentra perdido, dudando si realmente considera bienvenida la liberación.
En la escena final de la película vemos cómo lo llevan en un camión, precisamente otro sargento.
Sin embargo, sentimos que aunque el Rey de las Ratas no existe, es mejor liberado del campo ya que el frágil feudo que él había creado iba a ser derribado fácilmente en cualquier momento por los japoneses encargados de la prisión. La vida del Rey como un sargento libre es mucho más segura que su precaria existencia en la cima de una población oprimida en una prisión.
El Rey de las Ratas del cine, finalmente resultó de un carácter simpático. Aquellos a quienes nosotros podemos etiquetar como los Reyes de Ratas de la Tierra, no son tan simpáticos como para que usáramos el término para describir sólo aquellos individuos que adquieren su beneficio e influencia no criando ratas sino ayudando a criar la guerra y el sufrimiento humano para consumo de los pueblos.
La Tierra ha tenido por milenios una interminable sucesión de Reyes Ratas. En este capítulo, nosotros miraremos a un grupo particularmente interesante de ellos: los principados alemanes del siglo XVIII. Ellos y sus relaciones con el misticismo de la Hermandad, nos proporcionan una fascinante visión de un curioso elemento de la política del siglo XVIII, políticas que han hecho mucho por la forma social, económica y de gobierno del mundo en que hoy vivimos.
Alemania se convirtió en el centro de la Francmasonería Templaria en el continente europeo. Los grados de caballería tomaron un carácter único en aquellos estados alemanes donde estos formaban parte del sistema de la francmasonería llamado la “Estricta Observancia”. Esta se denominaba así porque se requería de cada iniciado un juramento de estricta e incuestionable obediencia para aquellos rangos por encima de él dentro de la orden.
El voto de obediencia se extendió a una misteriosa figura conocida como el “Superior Desconocido”de quien se decía era el líder secreto de la Estricta Observancia y tenía su residencia en Escocia.
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