Cuando los colonos europeos se embarcaron para Norte América, las organizaciones de la Hermandad se embarcaron con ellos. En 1694, un grupo de líderes rosacruces procedentes de Europa, fundaron una colonia en lo que se conoce hoy como el Estado de Pennsylvania. Algunas de sus pintorescas edificaciones en Eufrates se conservan como una atracción turística única.
La francmasonería continuaba. El 5 de Junio de 1730, el duque de Norfolk, garantizó a Daniel Coxe de New Jersey una de las diputaciones masónicas más antiguas conocida que se haya alcanzado en las colonias americanas. La diputación nombraba al señor Coxe, Gran Maestro provisional de New York, New Jersey y Pennsylvania. Esto le permitía establecer logias. Una de las logias coloniales oficiales más antiguas fue fundada por Henry Price en Boston el 31 de Agosto de 1733, bajo un capítulo dependiente de la Gran Logia Madre de Inglaterra.
El historiador masónico Alberto Mackey cree que esta logia probablemente existió antes, pero sus registros se perdieron.
La francmasonería se esparció rápidamente en las colonias americanas al igual que lo había hecho en Europa. Las logias más antiguas en las colonias británicas eran casi todas capituladas por la Gran Logia Madre Inglesa y sus primeros miembros eran súbditos británicos fieles.
Los ingleses no fueron los únicos inmigrantes que colonizaron América. Inglaterra tenía un gran rival en el Nuevo Mundo: Francia. La competencia entre las dos naciones causó riñas frecuentes sobre los límites coloniales. Esto trajo muchos enfrentamientos fronterizos violentos en suelo americano, como el de la guerra de la reina Ana durante la primera década del siglo XVIII, y la guerra del rey Jorge en 1744. Aún durante los tiempos de paz, las relaciones entre las dos superpotencias era de todo, menos tranquilas.
Uno de los oficiales militares leales a Gran Bretaña en las colonias fue un hombre llamado George Washington. El se había iniciado en la masonería el 4 de Noviembre de 1752 a la edad de 20 años. Se hizo miembro del gremio en forma vitalicia. Washington llegó a ser un oficial destacado en el ejército colonial, el cual estaba bajo la autoridad británica, ingresando a filas cuando apenas alcanzaba los veinte y cinco años de edad. Medía seis pies y tres pulgadas(190,5 cm.) y pesaba doscientas libras (91 Kg) aproximadamente, lo cual hacía de él una figura físicamente impresionante.
Una de las tareas militares de Washington era la de mantener una permanente vigilancia de las tropas francesas en las tensas regiones fronterizas. El tratado de Aix-la Chapelle establecido en 1748, había terminado con la guerra del rey Jorge y se había devuelto algunos territorios a Francia. Ambas, Francia e Inglaterra, se beneficiaron de esta pausa en las hostilidades ya que la guerra estaba conduciendo a las dos naciones a un enorme endeudamiento. Aunque las dos naciones usaron el papel moneda inflacionario como circulante para ayudarse a pagar sus guerras, esto no las protegió de las dificultades financieras profundas que toda guerra siempre trae.
Desgraciadamente la paz lograda se acabó en menos de una década. De acuerdo a algunos historiadores, fue rota por Washington durante uno de los enfrentamientos habido en una incursión en el valle de Ohio. Washington y sus hombres divisaron un grupo de soldados franceses sin que los soldados franceses los divisaran a ellos. Obedeciendo las órdenes de Washington, sus tropas abrieron fuego sin aviso. Esto ocasionó un incidente para los soldados de Washington ya que se les acusó de haber practicado una emboscada a los embajadores franceses acreditados que viajaban con su acostumbrada escolta militar.
Más tarde, los franceses alegaron que ellos estaban en camino hacia una conferencia con los británicos, en la cual se iban a allanar algunas diferencias todavía existentes entre las dos naciones con respecto a las regiones de Ohio. Washington justificó su ataque declarando que los soldados franceses lo estaban acechando y que su reclamo de inmunidad diplomática era sólo un pretexto. Cualquiera que sea la verdad, los franceses sintieron que habían sido víctimas de una agresión no provocada. Inmediatamente se renovó la guerra francesa-indígena en América, y en Europa, este mismo incidente provocó la denominada Guerra de los Siete Años.
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