martes, 19 de junio de 2012

La independencia de Estados Unidos

A pesar de los esfuerzos sinceros del Parlamento Británico para satisfacer muchas de las demandas coloniales, un significativo movimiento de independencia se estaba desarrollando en las colonias americanas. Bajo el liderazgo de un hombre llamado Samuel Adams, una organización secreta que se llamó a sí misma los “Hijos de la Libertad”, empezó a cometer hechos de terrorismo y violencia. Ellos quemaron los archivos de la Corte del Almirantazgo (Tribunal que conoce de los asuntos concernientes a la Marina), y destruyeron las casas de varios oficiales británicos. Amenazaron con más violencia contra los agentes de estampillas y otras autoridades británicas.
Los “Hijos de la Libertad” organizaron sabotajes económicos exhortando a los colonialistas a cancelar las órdenes por mercancías británicas.

Estas acciones hacían daño a los ingleses porque las colonias eran muy importantes para los británicos como mercado de intercambio. Por eso en 1770, los británicos cedieron una vez más con los colonialistas eliminando todos los aranceles excepto el del té. Sin embargo, esta vez el fervor revolucionario era tan fuerte que no pudo detenerse. El resultado fue el derramamiento de sangre. El 5 de Marzo de 1770, la “Masacre de Boston” sucedió, en la cual las tropas británicas dispararon a una multitud matando a cinco personas. Las tensiones continuaron en aumento y se formaron más grupos secretos revolucionarios.
Los británicos todavía no eliminaban el impuesto al té. El 14 de Octubre de 1773, tres años después de la Masacre de Boston, los colonialistas se treparon como indígenas y entraron en un barco inglés que se encontraba anclado en el puerto de Boston y lanzaron grandes cantidades de té al agua. Este acto fue el famoso Partido de la Fiesta del Té de Boston.

Al final, este acto de rebelión causó que el Parlamento promulgara sanciones comerciales contra los colonialistas. Las sanciones lo que hicieron fue alentar más la rebelión.
En 1774, un grupo de líderes coloniales convocaron el Primer Congreso Continental para protestar las acciones británicas y llamar a la desobediencia civil. En el mes de Marzo de 1775, Patrick Henry pronunció su famoso discurso: “Dame libertad o dame la muerte”, en una Convención en Virginia. En menos de un mes desde este discurso, se puso en camino la revolución americana con la batalla de Concord, donde una milicia colonial organizada llamada “En Estado de Alerta” (Minutemen) sufrieron ocho bajas mientras infligieron 273 a los británicos. En Junio de ese mismo año, George Washington, el mismo que muchos historiadores creen que fue quien puso a rodar la bola de nieve dos décadas antes cuando ordenó a sus tropas disparar a los franceses en el valle de Ohio, fue nombrado Comandante en Jefe del nuevo y flamante ejército continental. Los historiadores han indicado que no sólo fueron los motivos económicos los únicos que impulsaron a los revolucionarios americanos.

Esto llegó a ser obvio después que el Parlamento Británico eliminó casi todas las tarifas que había impuesto. El rey Jorge III, a pesar de ser hannoveriano, fue popular en su país e inicialmente se comportó como un amigo de los colonialistas. Los agudos ataques contra el rey Jorge por los portavoces de los revolucionarios lo preocuparon bastante, porque le parecieron desproporcionados con respecto a su verdadero comportamiento en los problemas que eran motivo de las quejas de los colonialistas. La mayor parte de la retórica revolucionaria parece haber sido dirigida en el Parlamento. Claramente había algo más profundo conduciendo la causa revolucionaria; los rebeldes estaban lejos de establecer un nuevo orden social completo. Su revuelta fue estimulada por filosofías ocultas que abarcaban mucho más allá de sus disputas con la Corona. Una de esas filosofías era la masónica.
Un “¿Quién es Quién?” de la revolución americana es casi un “¿Quién es Quién?” de la francmasonería americana colonial. Los francmasones combatieron al lado de los revolucionarios, incluyendo a George Washington, a Benjamín Franklin, quien era masón al menos desde 1731, Alexander Hamilton, Richard Montgomery, Henry Knox, James Madinson y Patrick Henry. Los revolucionarios que también eran “grandes maestros” masones incluían a Paul Revere, John Hancock y James Clinton, además de Washington y Franklin. De acuerdo al artículo del Coronel La Von P. Linn, titulado: “La Francmasonería y la Defensa Nacional, 1754-1799 existe un estimado de 14.000 oficiales de todos los rangos del Ejército Continental y un quinto (1/5), o sea 2.018 de ellos eran francmasones. Esto representaba un total de 218 logias. Un centenar de esos oficiales eran generales. El coronel Linn apunta:
 Linn, Col. LaVon P., “Freemasonry and the National Defense, 1754-1799, “ The New Age (Washington, Supreme Council, 33rd degree, Ancient and Accepted Scottish Rite of Freemasonry of the Southern Jurisdiction, U.S.A., March 1974), Vol. LXXXII, Nº 3.

En todas nuestras guerras, comenzando por la guerra franco-indígena y la guerra de independencia americana, la silueta de los militares masones americanos se ha destacado muy alto, por encima de las batallas”.

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