Cada lado se declaraba a sí mismo ganador con pocas o ninguna baja y regresaban a casa espectacularmente para adulación de su gente. Y los soldados rasos jóvenes sobrevivían así para acelerar el pulso de amantes con nobles cuentos de galantería y honor en el campo.
En el mundo ultra pragmático y agotador de los días actuales, las actividades relatadas arriba pueden parecer bastante tontas, algo parecidas al Mago de Oz. Sin embargo, ellas fueron un fenómeno excepcionalmente importante porque el estilo de la guerra del renacimiento revelaba la verdadera esencia del espíritu humano.
Walzer Michael, The Revolution of the Saints, A Study in the Origns of Radical Politics (Cambridge, Harvard University Press, 1965), p. 279.
El materialismo dialéctico es la filosofía que declara que los conflictos entre las clases sociales son inevitables y que tales conflictos son la primera etapa de un proceso que provocará finalmente una utopía sin clases en la Tierra. p. 287.
La mayoría de la gente se mantendría alejada de la guerra cuando se le da esa oportunidad. Ellos cambiarían las arenas del conflicto por el teatro del espectáculo. Escogerían el color, la vida y el arte en lugar de la muerte, la palidez y la ruina. El Renacimiento fue un corto período de la historia que reveló que cuando la represión es poco exigente, cuando la intolerancia y las filosofías que incitan e inducen a la guerra disminuyen en importancia, y cuando la gente es capaz de pensar y actuar más libremente, los seres humanos como todo, natural y automáticamente, se alejarán de la guerra.
La austeridad puritana y la glorificación de la guerra ayudaron a los europeos a realizar guerras sangrientas. Los ejércitos puritanos operaban con la idea de que las guerras tenían que obedecer a un significado de lucha real y efectiva y no de un espectáculo colorido. Con esto en mente, los puritanos eliminaron el brillo militar y desarrollaron unidades de luchas eficientes mediante rigurosos ejercicios. Esta forma pragmática de combatir se extendió rápidamente cuando otras naciones descubrieron que banderas hermosamente engalanadas no ganarían una batalla contra la efectividad de la puntería de un cañón.
Mientras la mayoría de las organizaciones militares actualmente usan algún espectáculo, éste, está notablemente ausente en la real conducta de la guerra. En su lugar observamos uniformes militares austeros y de corte eficiente; y estrategias militares que fríamente calculan megamuertes nucleares con puntos de porcentajes y factores de probabilidades. Todo esto es el reflejo del pragmatismo reinsertado en la guerra por los puritanos y otros protestantes.
A medida que visualizamos los cuerpos de nuestro prójimo humano destrozados por la guerra, los cuales han sido matados más efectivamente y más pragmáticamente, quizás nos damos cuenta que los caballeros renacentistas no eran tan tontos después de todo.
A pesar de los éxitos iniciales, el nuevo gobierno puritano bajo Cromwell no tuvo un largo final. La dinastía Estuardo recuperó el trono británico en 1660 con la coronación de Carlos II, hijo de Carlos I el decapitado. Carlos II murió 25 años más tarde, en 1685, sin heredero, de tal forma que James II, su hermano, tomó el trono. James reinó por tres años después de los cuales, en 1688, estalló una segunda revolución inglesa conocida como la “Gloriosa Revolución”. Aunque en gran parte se mantenía el protestantismo contra el catolicismo, los puritanos no fueron los que dirigieron la Gloriosa Revolución. En efecto, un gran número de puritanos habían abandonado Inglaterra para establecerse en las colonias de América del Norte después que Carlos II asumió el trono.
La Gloriosa Revolución fue dirigida en parte por nada más y nada menos que la Casa de Orange-Nassau. Por el tiempo de la Gloriosa Revolución, la Casa de Orange estaba fuertemente asentada en el trono de los Países Bajos. Cómo logró tomar el trono británico y reinar sobre tres naciones al mismo tiempo, es una fascinante historia de intriga política.
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