Como un resultado, ayudó a crear una nueva forma de cristianismo que en realidad se apartó más de la verdadera enseñanza de Jesús.
A pesar de la corrupción de las enseñanzas de Jesús en el Este romano y de los métodos brutales de la Inquisición, el catolicismo durante el tiempo de Lutero todavía conservaba varios elementos importantes de las lecciones Maverick de Jesús. Por ejemplo: la iglesia católica continuó predicando que la salvación era alcanzada por el individuo mismo.
Enseñaba la gran importancia de hacer buenas obras, la necesidad de confesar los pecados cuando el pecado es cometido, la importancia de rectificar los errores y compensar por ellos.
La iglesia católica enfatizaba que el hombre tenía la libertad de aceptar o rechazar la salvación; que la salvación no debería ser impuesta a nadie en contra de su voluntad, aunque lo haga un Dios monoteísta, y que todo el mundo estaba dotado del derecho de buscar la salvación.
Mientras las enseñanzas católicas tenían todavía muchos defectos y carecían de una verdadera ciencia del espíritu, esas ideas reflejaban algo de la verdad y decencia que estaba en el corazón del mensaje de Jesús. La clave de Lutero para la Reforma habría sido reforzar los buenos principios todavía vivos en el catolicismo mientras eliminaba la descarada comercialización de los cambios hechos a la doctrina cristiana en el Este romano. Ese no fue el camino que escogió Lutero para tomar, en su lugar, enseñaba la falsa idea de que la persona no tiene control personal sobre su
salvacion espiritual.
Las buenas obras eran importantes porque hasta cierto punto ellas mejoran el ambiente de una persona y refuerzan su nivel de ética, lo cual en retorno ayuda a proporcionar un fundamento para la recuperación espiritual definitiva del individuo. Desafortunadamente la iglesia católica usó las buenas obras como una etiqueta. Los católicos creían que las buenas obras de una persona, los méritos, eran acreditados como puntos por Dios, y una vez que la persona había acumulado suficientes méritos en su “tesorería”, tenía asegurada su salvación, siempre y cuando hubieran alcanzado otros requisitos. La iglesia enseñaba que los santos tienen un superávit o excedente en méritos y que el Papa puede transferir méritos desde la tesorería de los santos a otra persona cuya tesorería está pobre, de suerte que los receptores se esperaba naturalmente que contribuyeran con dinero para la iglesia por el favor recibido. Lutero rechazaba de plano la noción de los méritos y la tesorería; y esta fue la razón mayor para que Lutero terminara excomulgado. Tristemente, Lutero no restableció una comprensión de la verdadera relación de las buenas obras para la salvación y en su lugar, erróneamente eliminó totalmente este concepto aunque es uno de los ingredientes que pueden ayudar a sentar la fundación para la recuperación espiritual de las personas.
Convenía a la gente de que la salvación dependiera totalmente de un Dios monoteísta. Había una sola acción que un individuo podía tomar para obtener la gracia de Dios, decía Lutero, y esta era, creer en Jesús como Salvador y aceptar la agonía de Cristo y la crucifixión como una penitencia por sus propios pecados.
La curiosa noción de Lutero de que la crucifixión de Jesús puede ser la penitencia por los pecados de otros, está parcialmente basada en el concepto del “karma”. El karma es la idea de que todos los actos en este universo eventualmente se “regresan” en el futuro de una persona. La gente con frecuencia invoca la idea de karma cuando se preguntan: ¿qué hice yo para merecer esto? . En la ciencia moderna el karma ha sido expresado como “por cada acción hay una reacción igual y opuesta”. En el monoteísmo el karma generalmente viene en forma de castigo inevitable de Dios por los pecados y un premio por las buenas obras. A nivel personal, el principio del karma parece sostener la verdad en el sentido de que el mundo creado por uno, bueno o malo, mediante la acción o la reacción, es finalmente el mundo el que se le regresa a uno. La pobreza en ética se parece al “boomerang” en la forma de degradación espiritual. Uno de los mayores beneficios de una confesión apropiadamente realizada es que ciertamente parece que rompe el efecto negativo del “boomerang” y de esta manera ayuda a la persona a arrancar otra vez por el camino de la recuperación espiritual.
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