Cuando miramos esta imagen obsesionante de la muerte, podemos de hecho, estar en presencia de la cara del OVNI.
De todos los fenómenos relacionados con la Muerte Negra, el que con más frecuencia aparece en los reportes es la mención de una extraña y nociva “niebla” o vapores aunque no apareciesen los demás fenómenos que acompañaban la peste. El señor Nohl dice que esta bruma húmeda y pestilente constituía una “característica que precedía a la epidemia y se mantenía a través de su curso total”. Una gran cantidad de médicos de la época tomaban como diagnóstico que la niebla era la causante de la peste. Esta conexión fue establecida desde el mismo comienzo de la Muerte Negra, como lo dice el señor Nohl:
“El origen de la peste cae en China; se dice que allí comenzó la tormenta ya en el año de 1333, después de una terrible niebla que emitía un horrible hedor e infestaba el aire.”
Otro cuento recalca que la peste no se contagiaba de persona a persona sino que se contraía por la respiración cuando se inhalaba el aire mortalmente hediondo:
“Durante todo el año de 1382 no hubo viento, en consecuencia de lo cual el aire se volvió putrefacto; así que brotó la epidemia y la peste no pasó de un hombre a otro sino que cada uno de los que murió por ella la tomó directamente del aire.”
Informaciones sobre la “bruma” letal y la “niebla” pestilente llegaron de todas partes del mundo infestado por la peste.
“Una crónica de Praga describe la epidemia en China, la India y Persia; y el historiador florentino Matteo Villani, quien se tomó el trabajo de su hermano Giovanni después que este murió de peste en Florencia, repite el cuento de los terremotos y bruma pestilente de un viajero por Asia…”
El mismo historiador continua:
“Un incidente similar con terremoto y bruma pestilente fue reportado desde Chipre y se creyó que el viento había sido tan venenoso que los hombres caían fulminados y morían de eso.”
Y añade:
“Los cuentos alemanes hablan de una niebla pesada de hedor horrible, la cual avanzaba desde el Este y se esparcía por sí misma sobre la Italia”.
El autor establece que en otros países:
”...la gente estaba convencida de que los que contraían la enfermedad de la peste, lo hacían de la misma manera como era común descrita, o sea, realmente, cuando esta llegaba desde las calles como una bruma pálida.”
El historiador resume, bastante dramáticamente:
“La Tierra misma parecía estar en un estado de convulsión, sacudiéndose y escupiendo, trayendo viento muy pesado y venenoso que destruía animales y plantas y llenaba a los pantanos de insectos que ayudaban a completar la destrucción.”
Sucesos similares son repetidos por otros escritores. Un diario de 1680 refiere este Insólito incidente:
“Que entre Eisenberg y Dornberg treinta ataúdes fúnebres todos cubiertos con ropas negras fueron vistos a plena luz del día, entre ellos y sobre un ataúd un hombre negro estaba de pie con una cruz blanca. Cuando todo esto hubo desaparecido, llegó un gran calor que la gente en este lugar difícilmente lo soportaban. Pero cuando el sol se puso, ellos percibieron un dulce perfume como si ellos estuvieran en un jardín de rosas.
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