Mucha gente cree que los llamados asesinos solitarios son producto de la era moderna.
Es bastante divertido leer pesados tomos psiquiátricos referentes a este fenómeno. Es verdad, el asesino solitario ha sido una institución política por más de setecientos años, si no más.
Setecientos años atrás, sin embargo, ninguna pretensión se hacía para que los asesinos solitarios actuasen solos como lo hacen hoy en día. A su espalda, el asesino solitario era conocido por ser una terrible y efectiva herramienta de control político y social. Fue una técnica usada por la organización de los Asesinos para ganar sus guerras, aumentar su influencia política, destruir a sus enemigos y ampliar sus cajas de caudales mediante la extorsión.
¿Cómo la secta de los Asesinos reclutaba jóvenes para cometer sus homicidios? No es fácil hacer que una persona mate a otra, especialmente cuando el homicida es propenso a ser atrapado y muerto también. La organización de los Asesinos tenía un método efectivo para vencer la natural resistencia y programar a los jóvenes para matar. Una de las personas que con mayor antigüedad describe las técnicas de programación de los asesinos fue Marco Polo, el famoso viajero europeo del siglo XIII que escribió un libro famoso sobre sus viajes.
Aunque Marco Polo fue acusado por algunas personas de ser un fabricante de historias en su época, investigaciones posteriores han verificado cada cosa que él describió en su famoso libro.
De acuerdo a Marco Polo, una parte de la fortaleza de la secta de los Asesinos en Alamut, había sido convertida en un hermoso jardín secreto modelado según el paraíso descrito en las visiones del Cielo de Mahoma. En el jardín crecían casi todos los tipos imaginables de frutas y era regado con arroyos de vino, leche y miel. Los palacios estaban hermosamente adornados y tenían una compañía de cantantes, bailarines y músicos. Si ciertos jóvenes en la región señalaban promesas como potenciales homicidas, ellos eran drogados, generalmente con opio o hashish y conducidos al jardín secreto. Allí eran mimados por unos pocos días y no se les negaba nada, incluyendo mujeres.
De nuevo eran drogados y regresados a sus hogares. Los jóvenes creían que los líderes de la secta los habían transportado al cielo y regresado de nuevo a la Tierra. Ansiosos por volver, los jóvenes seguían con mucho gusto las instrucciones de los líderes asesinos. Con frecuencia, por mandato celestial, se les comunicaba que el retorno al paraíso consistía en el intrépido homicidio de un líder enemigo designado. El joven homicida era instruido para que esperase en un lugar público y agrediese a la víctima con una daga cuando la víctima pasase por allí.
Debido a que el joven homicida era muerto en el sitio o posteriormente ejecutado, se le hacía creer que su muerte en la escena del crimen o por posterior ejecución tendría como resultado el regreso al paraíso que él recordaba.
La notoriedad de la secta de los Asesinos se regó. Se rumoraba que algunos reyes europeos pagaban tributo a los asesinos para evitar ser sus blancos. Aunque la extensión de la actividad de los asesinos en Europa es todavía hoy discutida (algunos historiadores afirman que los asesinos enfocaban la mayoría de sus prácticas mortales en los conflictos generados en el Medio Oriente), los asesinos llegaron a ser extensamente famosos. Como resultado, toda persona que intente el homicidio de un líder político ha llegado a ser conocido como “asesino” o “adicto al hashish”.
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