Un subproducto significativo de la Revolución Norteamericana fue el rehacer filosófico de la manera como la gente veía la revolución. Cuando Benjamín Franklin estuvo en Francia para ganar el apoyo militar francés a la causa norteamericana, se empeñó en una intensa campaña de relaciones públicas. Vigorosamente promulgó la idea de la “revolución virtuosa”, un concepto que ya había encontrado creciente favor en las logias masónicas. La gente. en esos tiempos tendía a ver la violencia de la revolución como un crimen contra la sociedad.
Franklin logró éxito cambiando la percepción en la gente y estimulándola a aceptar la revolución violenta como un paso en el progreso de La humanidad.
Los revolucionarios no eran más desaprobados como criminales, argumentaba Franklin, porque ellos eran idealistas luchando por la libertad y la justicia. Fue acuñado el nuevo lema: “La revolución contra la tiranía es el más sagrado de los deberes”. Esas audaces ideas electrificaron a París y ayudaron a obtener un apoyo abierto para la causa norteamericana; pero la sociedad humana, a un costo terrible y a un muy largo plazo. Las ideas expresadas por Franklin han ayudado a estimular un sinfín de revoluciones sangrientas desde entonces.
La Revolución Norteamericana fue seguida por muchas otras revoluciones y /o el establecimiento de gobiernos de estilo republicano por todo el mundo occidental y Sur América. El éxito de la Revolución Norteamericana facilitó la reunión de gente para combatir.
Durante esa era podemos mencionar: la Revolución Francesa, la creación de la República de Batavia en los Países Bajos (1795-1806), la República Helvética en la Suiza (1798-1805), la República Cisalpina en el norte de Italia(1797-1805), la República Liguriana en Génova (1797-1805) y la República Partenopea en el sur de Italia. Entre 1810 y 1824, las colonias españolas de Sur América se alzaron en armas y conquistaron su independencia política. En 1825, estalló en Rusia la revuelta Dicembrina. Una segunda revolución emergió en Francia en 1830.
El mismo año estalló en Holanda una rebelión que resultó en la soberanía de Bélgica. En 1830 y 1831, Rusia sofocó con éxito una revolución polaca. En 1848, una gran ola de activida revolucionaria barrió Europa, estimulada por un colapso internacional del crédito causado en buena parte por el nuevo sistema de papel moneda inflacionario, por las malas cosechas y una epidemia de cólera.
En casi todas esas revoluciones, seguimos viendo posiciones de importantes liderazgos revolucionarios ejercidas por francmasones. Durante la primera Revolución Francesa el líder rebelde clave fue el Duque de Orleans, quien fue Gran Maestro de la masonería francesa antes de su renuncia en la cumbre de la Revolución. El marqués de La Fayette, el hombre que había sido iniciado en la fraternidad masónica por George Washington, también jugó un papel importante en la causa revolucionaria francesa. El Club Jacobino, el cual era el núcleo radical del movimiento revolucionario francés, fue fundado por prominentes francmasones.
De acuerdo al artículo de Sven Lunden: “La Aniquilación de la Masonería”.
“Herbert, Andre Chenier, Camilo Desmoulins y muchos otros “girondinos” (republicanos franceses moderados apoyando al gobierno republicano contra la monarquía) de la Revolución Francesa eran francmasones.”
Pay, Bernard, Revolution and Freemasonry, 1680-1800 (Boston, Little, Brown, & Co., 1935), p. 259.
Lunden, op. cit., p. 189.
Francmasones eran los líderes principales de la rebelión Dicembrista de 1825 en Rusia.
Algunos de los planes para esta rebelión fueron elaborados dentro de las logias.
En Sur América, según Richard De Haan, en su escrito en la Enciclopedia Collier dice: “La Orden (Francmasonería) jugó un papel importante en la expansión del liberalismo y la organización política de la revolución latinoamericana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario