Asociado con la Liga Comunista estaban varias organizaciones de trabajadores tales como: la Sociedad Alemana de los Trabajadores Educacionales GWES.
Marx fundó una rama de la GWES en Bruselas, Bélgica.
En este punto, podemos ver la extraordinaria ironía en esos acontecimientos. La misma red de las organizaciones de la Hermandad que nos dieron a los Estados Unidos y otros países capitalistas por medio de la revolución, ahora estaban activamente creando la ideología que se oponía a estos países: la ideología comunista. Es crucial que este punto se comprenda: ambos lados de la lucha moderna, —comunistas versus capitalistas—, fue creada por la misma gente en la misma red de organizaciones secretas de la Hermandad. Este hecho vital es casi siempre pasado por alto en los libros de historia. Dentro de un corto período de cien años, la red de la Hermandad ha dado al mundo dos filosofías opuestas que proveen la entera fundación para la llamada “guerra fría”: un conflicto que duró cerca de medio siglo.
Considerando la afiliación de Karl Marx a la red de la Hermandad, no provocaría sorpresa que la filosofía de Marx siguiese el patrón básico de la religión Custodia. El marxismo es altamente apocalíptico. Habla de una Batalla Final, credo envolviendo fuerzas del bien y del mal, seguida por una utopía en la Tierra. La diferencia primordial es que Marx moldeó dentro de una estructura no-religiosa y trató de hacer que esta sonase como una ciencia social en vez de una religión. En el esquema de Marx, las fuerzas del bien están representadas por las clases trabajadoras oprimidas, y el mal, por la clase propietaria. El conflicto violento entre las dos clases es descrito como natural, inevitable y últimamente sano, debido a que tal conflicto eventualmente resultará en el surgimiento de una utopía en la Tierra.
La idea de Marx de la inevitable lucha de clases refleja la creencia del Calvinismo de que el conflicto sobre la Tierra es sano, porque significa que las fuerzas del bien están activamente combatiendo al servidor del mal.
Marx trató de hacer de su idea del “inevitable conflicto” que sonara científicamente apropiándola a un concepto conocido como “la dialéctica”. La dialéctica fue una noción adoptada por otro filósofo alemán llamado Hegel (1770-1831). La idea de Hegel de la dialéctica puede explicarse de esta forma: de una tesis (una idea o concepto) y una antí-tesis (opinión opuesta o contraria), uno puede concluir o derivar una síntesis, es decir: una nueva idea o concepto diferente a los dos primeros aunque es un producto de ellos. Marx tomó esta idea aparentemente científica y la incorporó a su teoría de la historia social. En el modelo comunista del “materialismo dialectico”, social, económico y político surgieron los cambios del choque de las oposiciones contradictorias y frecuentemente violentas.
En esta forma, las interminables guerras de la historia y la incesante colección de facciones opuestas sobre la Tierra dicen ser una parte natural de la existencia por la cual deben ocurrir todos los cambios sociales. Esto hace parecer deseable, el interminable conflicto social, y esta es precisamente la ilusión que Marx trató de trasmitir en su teoría de la lucha de clases.
La visión comunista de la utopía es curiosa, pero significativa. Cada individuo es un trabajador igual a los demás. Nadie posee nada, pero cada uno en el conjunto posee todo; cada quien tiene todo lo necesario pero no necesariamente todo lo que desea; pero antes de que esta utopía se realice, todos tienen que vivir en una dictadura. ¡Caramba! Esta extraña visión de la utopía parece claramente diseñada para mantener a la humanidad como una raza de trabajo y para estimular a los humanos a que acepten condiciones de represión social como la dictadura.
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