El corazón de Rhodes estaba claramente en el camino correcto. Si lo hubiese logrado, habría reparado muchos de los efectos dañinos descritos en la Torre de Babel donde se dividió a la gente en grupos de diferentes lenguajes. Promoviendo una ciudadanía de carácter universal se contribuía a superar los tipos de nacionalismo que ayudan a generar guerras. Sin embargo, algo estaba errado. Rhodes cometió el mismo error de muchos otros humanitaristas anteriores a él: pensó que cumpliría sus metas utilizando los canales de la red corrupta de la Hermandad. Finalmente, Rhodes terminó creando instituciones que muy pronto cayeron en las manos de aquellos que usarían estas mismas instituciones para oprimir a la raza humana.
La Mesa Redonda no sólo fracasó en hacer lo que Rhodes había intentado sino que sus miembros ayudaron más adelante a crear dos de las más odiosas instituciones del siglo XX: el campo de concentración, y justo, la cosa a la que Rhodes había dedicado su vida a prevenir: la construcción de la bomba atómica.
La idea de Rhodes para la Mesa Redonda había empezado en sus tempranos veinte años. Ya a los 24 años, mientras era un estudiante en Oxford, Rhodes escribió su segundo testamento, en el cual describía sus planes para el legado de sus bienes:
“.. establecimiento, promoción y desarrollo de una sociedad secreta, verdadero propósito y objeto por el cual se extendería el gobierno a través del mundo.... y finalmente la fundación de un poder tan grande que en lo adelante hiciera las guerras imposibles y promoviera los mejores intereses de la humanidad”.
Plomer, William, Cecil Rodees (Edinburgh, Peter Davis, Ltd., 1933), p. 25-26.
La sociedad secreta de Rhodes, la Mesa Redonda, al fin nació en 1891. Fue creada según el modelo de la francmasonería; con sus círculos internos y externos. El círculo interno de Rhodes fue llamado el Círculo de los Iniciados; y el círculo externo, la Asociación de Auxiliares. El nombre de la organización, la Mesa Redonda, era una alusión al Rey Arturo y su legendaria mesa redonda. Por extensión, todos los miembros de la Mesa Redonda eran “caballeros”.
Era inevitable que el éxito de Rhodes y su influencia política pusiera en contacto otras “personas poderosas e influyentes” de la sociedad inglesa. Por supuesto, entre ellos estaban los más grandes financieros británicos. Uno de los principales soportes de Rhodes fue el banquero inglés Lord Rothschild, quien figuraba en la lista como uno de los miembros propuesto para el Círculo de Iniciados de la Mesa Redonda. Otro de los asociados de Rhodes fue el influyente banquero inglés: Alfred Milner.
Después de la muerte de Rhodes en 1902, la Mesa Redonda ganó un creciente apoyo de la comunidad bancaria internacional. Esta vió en la Mesa Redonda una manera de ejercer su influencia sobre los gobiernos de la Comunidad Británica y en otras partes. En los Estados Unidos, por ejemplo, según el Dr. Quigley:
“La principal columna vertebral de esta organización, la Mesa Redonda, creció desde la ya existente corporación financiera gobernada por el Morgan Bank en New York, hasta un grupo financiero internacional dirigido por los Lazard Brothers.”
Desde 1925 en adelante, las mayores contribuciones para la Mesa Redonda llegaban de personalidades financieras muy ricas, fundaciones y compañías asociadas a la fraternidad bancaria internacional. Se incluyen: el Carnegie United Kingdon Trust, organización está asociada a J. P. Morgan y las familias Rockefeller y Whitney.
Después de la Primera Guerra Mundial, la Mesa Redonda experimentó un período de expansión durante el cual fueron creados muchos sub-grupos. El hombre responsable por el reclutamiento y arranque de muchos de los sub-grupos fue Lionel Curtis. En Inglaterra y en cada dominio británico, Curtis estableció un capítulo local, (en palabras de Curtis, “un grupo de choque”), de la Mesa Redonda, llamado el Instituto Real de Asuntos Internacionales (Royal Institute of International Affairs). En los Estados Unidos, el “grupo de choque” de la Mesa Redonda fue denominado: el Consejo de Relaciones Exteriores, (Council on Foreing Relations - CFR).
Muchos norteamericanos de hoy están familiarizados con el Consejo de Relaciones Exteriores y su sede en New York. El CFR se conoce como un proveedor de cerebros (thinktank) del cual sale una gran cantidad de empleados públicos a nivel federal.
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