Esto causó que el pueblo soviético se convirtiera en cierto grado en siervos. La emigración a naciones fuera de la Cortina de Hierro estaba severamente restringida, lo cual, una vez más, añadía otra forma de servidumbre ya que el pueblo permanecía compulsivamente anclado a la tierra conde había nacido.
Como en el viejo feudalismo, a la élite de la Rusia comunista se le acordaban lujos especiales y privilegios, negados por ley a las “masas”. En la URSS comunista, tales privilegios incluían las tiendas de fantasías en las cuales sólo a un puñado de familias se le permitía comprar. La “élite” también encontraba muy fácil viajar fuera de la Unión Soviética y enviar a sus hijos para ser educados en el exterior.
El antiguo señor feudal mantenía el sistema, ofreciendo un castillo fortificado dentro del cual podían protegerse los siervos para cuando eran atacados por merodeadores o ejércitos extranjeros. El sistema soviético también se mantenía vivo estimulando la xenofobia y recordando regularmente al pueblo ruso , las invasiones a Rusia por Napoleón y la Alemania Nazi. El estado soviético garantizaba protección a su pueblo contra un mundo externo temible y peligroso.
Podemos ver que la glorificación marxista del trabajador encaja muy bien en el sistema comunista soviético. A causa de que el sistema pone tan severas limitaciones sobre la propiedad, la vasta mayoría de la gente sólo se sentía valiosa como trabajadores y burócratas.
El comunismo es también abiertamente ateo; por ejemplo: niega la existencia de cualquier realidad espiritual. El sistema comunista soviético satisface de esta forma, las intenciones Custodias expresadas en el Antiguo Testamento, de preservar al homo sapiens como una criatura de labor, cuya existencia desde el nacimiento hasta la muerte, sería una larga batalla por la existencia física con ningún acceso al conocimiento espiritual el cual puede hacerlo libre.
Un aspecto significativo de la Revolución Rusa fue el papel de los servicios de espionaje en este trastorno. Por el tiempo de la Revolución Rusa, la comunidad internacional de inteligencia había crecido y convertido en un gran y sofisticado negocio con una considerable influencia. A través de toda la historia, los miembros de la red de la Hermandad en posesión del poder político, encontraron en los servicios de inteligencia, un conducto ideal para promover las agendas políticas y sociales de la Hermandad, en base al secreto que típicamente rodea las actividades de inteligencia. Como un producto, muchos servicios de inteligencia se convierten en fuentes de manipulación, agitación y traición.
Esta conducta fue ya evidente en Rusia en el tiempo de la Revolución.
Antes de establecerse en gobierno provisional, Rusia era gobernada por un Zar o Emperador. El último Zar tenía a su disposición una vasta red de inteligencia conocida como la Okhrana. La Okhrana consistía de varias organizaciones que operaban todas las funciones normales de espionaje, con sus agentes secretos, doble-agentes, agentes provocadores y expedientes secretos. La Okhrana espiaba a los amigos y enemigos zaristas indistintamente y actuaba como policía de seguridad interna de Rusia. Dentro de la nación, la Okhrana llevaba las actividades anti-subversivas en toda su extensión. La impopularidad de las actividades domésticas de la Okhrana fue uno de los mayores motivos usados por los bolcheviques para atacar al Zar.
El Zar, por supuesto, fue eventualmente derrocado. Esto debe significar que la Okhrana había fallado. ¿Fue así?
Los escritores de la historia han afirmado que la Okhrana había sido grandemente infiltrada y ayudaba al movimiento bolchevique. La Okhrana hacía esto mediante los espías conocidos como “agentes provocadores”. Un agente provocador es alguien que deliberadamente agita a otros induciéndolos a cometer actos perjudiciales o ilegales, generalmente con la intención de desacreditar o arrestar a la víctima manipulada. En los EUA y en otras naciones hoy en día, los agentes provocadores son usados frecuentemente por las agencias policiales para comprometer o entrampar y atrapar a los individuos señalados. A esas actividades algunas veces se las llama “operaciones de penetración”.
Allí parece estar una razón evidente para contratar actividades de agente provocador.
Si una persona elegida como objetivo no comete un acto por el cual pueda ser difamado, comprometido o encarcelado, entonces él debe cometer uno. Debido a que la mayoría de las acciones provocadoras son intentadas en contra de presuntos criminales o subversivos, parecería que la provocación es una herramienta útil para combatir el crimen y la subversión.
En realidad no lo es.
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