Una persona que escribió sobre la Revolución Rusa fue Arsene de Goulevitch, un antiguo general del ejército ruso-blanco anti-bolchevique. Aunque Goulevitch puede difícilmente ser considerado imparcial, dijo algunas cosas interesantes en su libro: “Zarismo y Revolución”.
Según Goulevitch, los agentes secretos ingleses eran numerosos en Rusia antes y durante la Revolución. De hecho, algún soporte financiero para la causa leninista se rumoraba haber venido de fuentes bancarias inglesas. Una de esas presuntas fuentes era Alfred Milner.
Como recordamos, Milner era uno de los organizadores de la Mesa Redonda. Era también una importante figura política en Sur África durante la guerra de los Boer. Fue durante esta guerra que los ingleses crearon los campos de concentración modernos. Si los alegatos de Goulevitch contienen algo de verdad, entonces podemos comprender mejor dónde los bolcheviques obtuvieron la idea para establecer un sistema masivo de campos de concentración, como parte del nuevo sistema económico comunista: a saber, de los ingleses.
El primitivo sistema de campos de concentración soviético fue un asunto de gran escala que alcanzó su cúspide bajo el sucesor de Lenin, José Stalin. Bajo el brutal Stalin, un programa de choque fue lanzado para industrializar Rusia, comenzando con el llamado primer plan de cinco años, (Plan Quinquenal Ruso). El plan requería grandes cantidades de mano de obra barata. Para adquirirla, fue hecha una expansión de la red de campos de concentración en Rusia. Los campos eran administrados por la policía secreta rusa: la NKVD.
Los presos de los campos de concentración eran mano de obra esclava que trabajaban bajo condiciones brutales. Casi todos los trabajadores eran rusos de nacimiento que habían sido encarcelados por distintos pretextos.
Los campos formaron parte integral de la economía soviética por muchas décadas. En 1941 por ejemplo, el 17% del fondo de capital para la construcción rusa era colocado en la NKVD para ayudarla a operar los campos. Casi la mitad de la producción de cromo y las dos terceras partes de la producción de oro de Rusia era encargada a los presos de los campos.
Diez millones de personas pasaron por los campos de concentración rusos y aproximadamente el 10% de ellas murieron allí. Se estima que sólo desde que comenzaron los campos hasta el año 1950 murieron en ellos entre tres y cuatro millones de personas.
Los campos soviéticos de concentración definitivamente eran instituciones “capitalistas” puesto que estaban diseñados para aplicar una dura explotación del trabajo humano en máximo extremo.
Las “clases trabajadoras oprimidas” llegaron a ser más oprimidas bajo sus “libertadores” comunistas. Con las reformas en progreso en la actualidad en la ex-URSS, está por verse lo que sucederá con los campos de concentración. Mientras este trabajo se produce , todavía están en uso los campos de trabajos forzados.
La imposición del comunismo al pueblo ruso con su extenso sistema de campos de concentración ocurrió durante una era tumultuosa ya terminada. La I Guerra Mundial fue un conflicto brutal. Este produjo alrededor de diez millones de pérdidas humanas militares e incalculables pérdidas millonarias en víctimas civiles. Cuando la guerra terminó a finales de 1918, se desencadenó otra catástrofe: una epidemia mundial de influenza. Esta duró menos de un año, pero en este sorprendente corto tiempo, consiguió matar a 20 millones más de personas. Fue tan repentina y tan devastadora como la peste bubónica del siglo XIV.
Rusia sufrió profundamente esos acontecimientos. Entre 1914 y 1924, la hambruna producida por la guerra mundial, la revolución comunista, la agitación económica y la influenza, mataron no menos de 20 millones de rusos.
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